Cannabis Sativa L., una planta que ha dado mucho de qué hablar durante los últimos 2.000 años, aproximadamente. Ya sea tras su descubrimiento por parte de la especie humana, como por su primera prohibición por parte de las religiones en la Edad Media. Hasta el día de hoy, donde muchos países todavía la consideran un verdadero peligro. Se trata como una droga por su componente psicoactivo (THC), pero aún a sabiendas de que esos efectos pueden eliminarse y convertirse en cannabis sostenible y aplicable, sigue provocando recelo en la clase política.
En pleno siglo XXI, uno de los principales enfoques de la política mundial es la protección del Medio Ambiente. Por esta razón, muchos gobiernos adoptan medidas sostenibles y modificaciones estructurales para reducir la contaminación en la mayor cantidad de escenarios posibles. La marihuana ha estado de moda este último trimestre de 2021, gracias a la propuesta de Ley para su legalización. El Parlamento español llevó el Cannabis a debate, aunque al final se rechazó la propuesta.
No obstante, a raíz de este proyecto, se han estudiado los posibles enfoques para dotar de mayor protagonismo a la planta de Cannabis. Su encaje en la Agenda 2030, desarrollada para enumerar los requisitos medioambientales que se deben cumplir para ese año, puede parecer imposible. Pero, gracias a un estudio del Observatorio Europeo para el Consumo y Cultivo de Cannabis (OECCC), se ha descubierto que puede ser de gran utilidad para su cumplimiento.
Cannabis sostenible y Agenda 2030
La preocupación por la sostenibilidad solo ha tardado varias décadas en llegar a la palestra. Aunque parezca mentira, sólo ha hecho falta ver el mundo sumido en el caos medioambiental para darse cuenta de que hace falta un plan de acción. Con esto, y el horizonte marcado por los gobiernos del mundo de reducir las emisiones contaminantes y trabajar por un crecimiento sostenible, surge la Agenda 2030. Son un conjunto de metas propuestas y una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los que se encuentran:
- El fin de la pobreza.
- Hambre cero.
- Salud y bienestar.
- Educación de caldiad.
- Igualdad de género.
- Agua limpia y saneamiento.
- Energía asequible y no contaminante.
- Trabajo decente y crecimiento económico.
- Industria, innovación e infraestructura.
- Reducción de las desigualdades.
- Ciudades y comunidades sostenibles.
- Producción y consumo responsable.
- Acción por el clima.
- Vida submarina.
- Vida de ecosistemas terrestres.
- Paz, justicia e instituciones sólidas.
- Alianzas para lograr los objetivos.
El cannabis como factor determinante para la sostenibilidad
Esta agenda es un gran avance para conseguir un planeta más justo, limpio y donde poder convivir. Pero, ¿qué interés añadido tiene para los autocultivadores de marihuana? Según la OECCC, el Cannabis Sativa L. podría ayudar a cumplir 64 de las 169 metas, distribuidas dentro de 15 de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Además, si se llevaran a cabo las pertinentes acciones, la legalización de la marihuana tendría efectos positivos directos para los pequeños cultivadores y se fomentaría una regulación del mercado.
Entre los beneficios a nivel de sostenibilidad que se encuentran en el Cannabis, se distinguen varios aspectos: acción directa de la planta de Cannabis para mejorar el medioambiente, y acciones indirectas que actúan positivamente sobre el medioambiente y la sostenibilidad.
Los beneficios de la marihuana a nivel medioambiental
En muchos blogs y post por toda la red se han mencionado los efectos beneficiosos del Cannabis para la salud. Investigaciones durante muchos años han demostrado los efectos de sus cannabinoides para calmar dolencias o servir como tratamiento contra diversas enfermedades. En adición, la planta de marihuana es muy beneficiosa para el suelo, si hablamos de cultivos outdoor en tierra.
El cáñamo tiene una propiedad increíble, que junto a otras plantas como los girasoles o las gramíneas, lo convierte en un cultivo de gran utilidad. Es capaz de absorber las toxinas y elementos nocivos del suelo, adhiriéndose a sus raíces y convirtiendo a estos en componentes inocuos.
Ya se han realizado este tipo de cultivos en zonas de Chernobyl, Bielorrúsia y otros países donde la tierra había quedado inservible por diversas causas. Y los resultados son increíbles, ya que consiguen limpiar la tierra, airear el suelo y aportar nutrientes de calidad y defensas para los próximos cultivos.
Además de la propiedad de fitorremediación, sus fibras se pueden utilizar como textil, para papelería, etanol y como material de bioconstrucción o biomasa. También sus semillas son una fuente importante de proteínas, vitaminas y omega-3, que se pueden aplicar para suplementar la alimentación.
Beneficios indirectos del cannabis sostenible
Ligado a la legalización o regulación del cultivo de nuestra planta favorita, el informe elaborado por la OECCC afirma que mejoraría mucho la calidad de vida, sobre todo en países en vías de desarrollo. La posibilidad de cultivar en zonas del continente africano supondría un aumento del trabajo, además de una mejora en el suelo.
La planta de cannabis puede sobrevivir en climas áridos y de mucho calor, donde no hay demasiados nutrientes. En adición, nutre el suelo donde está y reduce el volumen total de CO2 que se emite en la atmósfera. Y, por si fuera poco, al implementar las plantaciones al exterior se reduciría el cultivo indoor, evitando el gasto energético y de agua que provoca.
A fin de cuentas, la implantación de medidas reguladoras del cultivo y un posible consumo de la planta de Cannabis Sativa L. (incluyendo cáñamo, marihuana para uso medicinal y recreativo), es un factor beneficioso en muchos aspectos. Mejora en conjunto a la sociedad, ya que se habla de las proteínas de las semillas de cáñamo, uso textil, energético, favorece la descontaminación, ahorro energético, empleo y mejoras a nivel social. Una propuesta que, si los que toman decisiones están dispuestos a escuchar, puede beneficiar a todo el mundo.
