Saber cuál es la dosis de microdosis de psilocibina adecuada puede parecer más complicado de lo que en realidad es. Especialmente al principio, cuando lo único claro es que no buscas un viaje psicodélico, sino un pequeño empujón: más claridad, estabilidad emocional o una sensación de conexión más sutil con lo que te rodea. Pero claro… ¿cuánto es “poco” y cuánto es “demasiado”?
Es un hecho que no existe una cifra universal, y eso puede generar dudas (o directamente ansiedad). Cada cuerpo reacciona de forma distinta y, en este terreno, lo más importante es ir con calma, escuchar y ajustar. A lo largo de este artículo, veremos qué factores debes tener en cuenta, cómo empezar con seguridad y qué señales te indican si estás en el camino correcto. Es fundamental recordar que estas sustancias no son aptas para el consumo humano y su manipulación debe limitarse estrictamente a la investigación micológica y científica, bajo las regulaciones pertinentes.
¿Qué es una microdosis?
Una microdosis de psilocibina es una cantidad muy pequeña de una sustancia psicodélica, lo bastante baja como para no provocar efectos alucinógenos perceptibles, pero lo bastante presente como para influir en el estado de ánimo, la energía o la concentración.
En el caso de la psilocibina, una microdosis suele oscilar entre el 5% y el 10% de una dosis recreativa estándar. Por ejemplo, si una dosis completa de setas psilocibinas secas ronda los 2 gramos, una microdosis sería de unos 0,1 a 0,3 gramos. Aunque estas cantidades pueden variar según la especie del hongo, la sensibilidad individual y el objetivo del usuario.
El propósito es claro: experimentar beneficios cognitivos o emocionales sutiles, sin interferir en el día a día. Es decir, no se busca una experiencia psicodélica intensa.

Factores que influyen en la dosis óptima
La dosis de microdosis de psilocibina no es una cifra mágica que funcione igual para todo el mundo. De hecho, hay varios factores que pueden hacer que lo que para una persona es una dosis ideal, para otra resulte demasiado o insuficiente. Por eso es tan importante entender qué elementos entran en juego al calcularla.
- Peso corporal. En general, las personas con mayor masa tienden a necesitar un poco más para notar los efectos sutiles, aunque esto no es una regla fija.
- La sensibilidad individual también tiene un papel clave: hay quienes son extremadamente receptivos incluso a cantidades mínimas, y otros que apenas sienten cambios con la misma dosis.
- Tolerancia previa a psicodélicos. Si alguien ha tenido experiencias recientes o frecuentes, su sistema nervioso puede responder de forma distinta.
- El estado emocional y físico del día influye mucho más de lo que parece. Un día estresante o con mal descanso puede alterar la forma en que se perciben los efectos.
- La variedad de trufa o seta utilizada, ya que no todas tienen el mismo contenido de psilocibina. Algunas especies son más potentes que otras, y si estás trabajando con material seco, el porcentaje de agua perdido durante el secado también afecta a la dosis final.
Es decir, no hay una única respuesta. La mejor dosis es la que tú descubres observando tu cuerpo, tus emociones y tus reacciones, con cuidado y sin prisas. Ir ajustando poco a poco —y llevar un registro, si te ayuda— puede marcar la diferencia entre una experiencia confusa y una realmente transformadora.
Rangos orientativos según la sustancia de psilocibina
En el ámbito de la investigación científica, es fundamental comprender los diferentes «rangos orientativos» de las sustancias con psilocibina. Dado que el consumo de estas sustancias no está permitido y su manipulación se restringe a estudios controlados, la siguiente tabla ha sido elaborada para ofrecer una comparación teórica de cómo varían las cantidades según el tipo de material (setas, trufas o psilocibina encapsulada) y sus características. Esta información es crucial para aquellos que buscan entender la potencia, la variabilidad y las propiedades de cada forma de psilocibina, siempre bajo un estricto protocolo de seguridad y regulación.
| Característica | Setas alucinógenas | Trufas mágicas | Cápsulas |
|---|---|---|---|
| Principio activo | Psilocibina, psilocina, baeocistina | Psilocibina, psilocina, baeocistina | Psilocibina pura estandarizada (1 – 5 mg por cápsula) |
| Dosis óptima en microdosis | 0,1 – 0,2 g de setas secas | 0,5 – 1 g de trufas frescas | 1 – 5 mg de psilocibina pura |
| Facilidad de dosificación | Media – baja: hay que pesarlas | Media: hay que pesarlas | Alta: dosis promedia |
| Experiencia | Más intensa e introspectiva | Suave y euforia leve | Neutra |
¿Cada cuánto se debe microdosificar?
Una de las preguntas más comunes al iniciarse en la microdosificación es cada cuánto se debe tomar una microdosis. Y la verdad es que no hay una única respuesta, pero sí varios enfoques que pueden ayudarte a encontrar el ritmo que mejor se adapta a ti.
- El más conocido es el protocolo Fadiman, que propone tomar una microdosis un día sí y dos no (por ejemplo, lunes, jueves y domingo). ¿Por qué esos días de descanso? Porque permite observar los efectos residuales sin saturar el sistema ni desarrollar tolerancia. Muchas personas reportan beneficios no solo el día de la toma, sino también al día siguiente.
- Otro enfoque es el protocolo Stamets, que propone tomar durante 4 días seguidos y descansar 3. Es un poco más intensivo, y por eso no a todo el mundo le sienta igual de bien.
- También hay personas que ajustan su frecuencia de forma intuitiva, según su estado de ánimo, carga de trabajo o sensibilidad. Lo importante es no caer en la rutina automática: la microdosificación no debería convertirse en un hábito sin reflexión, sino en una herramienta consciente para acompañar procesos personales.
En cualquier caso, es recomendable hacer pausas regulares. Un descanso de una o dos semanas tras un mes de microdosificación puede ayudarte a resetear tolerancias y a evaluar si realmente está habiendo cambios.
¿Cómo encontrar tu dosis ideal?
Encontrar tu dosis de microdosis de psilocibina ideal no es algo que se haga de un día para otro. Requiere paciencia, observación y sobre todo, honestidad. No se trata de “sentir algo fuerte” ni de buscar resultados inmediatos. De hecho, si estás notando efectos muy marcados, probablemente te has pasado de dosis.
Una de las formas más recomendadas es el enfoque gradual: empieza con una cantidad muy baja (por ejemplo, 0,1 g de trufa seca) y observa cómo te afecta durante el día. Si no notas nada —ni para bien ni para mal—, puedes subir ligeramente en la siguiente toma. Eso sí, siempre dejando al menos uno o dos días de descanso entre microdosis.
Llevar un pequeño diario puede ayudarte mucho. Anota cómo dormiste, tu estado de ánimo, tu nivel de concentración, tu ansiedad, tu creatividad… No hace falta que te obsesiones con cada detalle, pero esas notas te darán perspectiva.
Y un apunte importante: confía en tu experiencia personal más que en lo que digan otros. Lo que funciona para una persona puede no ser lo ideal para ti. La microdosificación no va de seguir una receta exacta, sino de aprender a escucharte con atención y respeto.

Señales de que la dosis no es la adecuada
Cuando hablamos de dosis de microdosis de psilocibina, es fácil pensar que menos siempre es mejor, o que “si no siento nada, necesito más”. Pero lo cierto es que encontrar el punto justo requiere atención, escucha y, sobre todo, paciencia.
¿Cómo saber si te estás pasando o quedando corto? Aquí algunas señales que pueden ayudarte a ajustar:
- Si sientes efectos psicodélicos evidentes, como distorsiones visuales, pensamientos acelerados o dificultad para concentrarte, probablemente la dosis sea demasiado alta. Recuerda que una microdosis no debe interferir con tu día normal.
- Por el contrario, si después de varias tomas no percibes ningún cambio, ni en tu energía, creatividad, estado de ánimo o enfoque, es posible que estés microdosificando por debajo del umbral efectivo. Pero ojo: no se trata de subir por subir. Primero, asegúrate de que estás registrando bien tus experiencias y date tiempo para observar patrones más sutiles.
- También es importante escuchar al cuerpo. Si aparecen molestias físicas persistentes, como dolores de cabeza, irritabilidad, fatiga o problemas para dormir, puede que esa dosis no sea la adecuada para ti… o que necesites espaciar más las tomas.
- Y por último, si empiezas a sentirte dependiente, como si lo necesitases para rendir o estar bien, es momento de frenar. La microdosis está pensada como una ayuda puntual, no como una muleta permanente.
Advertencias y precauciones al microdosificar
Aunque la microdosis de psilocibina suele asociarse a experiencias suaves y manejables, eso no significa que esté exenta de riesgos. Y no hablamos solo de lo legal (que también), sino de aspectos personales, psicológicos y contextuales que conviene tener muy presentes antes de empezar.

Para empezar, no todo el mundo debería microdosificar. Personas con antecedentes de trastornos psicóticos, esquizofrenia o bipolaridad deben evitar el uso de psicodélicos, incluso en cantidades mínimas. En estos casos, la alteración neuroquímica, por sutil que sea, puede actuar como desencadenante. Lo mismo aplica a quienes están atravesando crisis emocionales intensas o tomando ciertos medicamentos, especialmente antidepresivos ISRS o ansiolíticos.
Tampoco conviene hacerlo sin información ni orientación adecuada. A veces se tiende a ver la microdosis como una herramienta mágica para mejorar el estado de ánimo o la productividad, pero no es un atajo ni un sustituto de un proceso terapéutico real. Si se busca un objetivo concreto —como tratar ansiedad, depresión o bloqueo creativo— lo más recomendable es contar con acompañamiento profesional, o al menos realizar un seguimiento consciente y estructurado.
Además, el abuso o la desorganización en el protocolo puede tener el efecto contrario al deseado: saturación mental, insomnio, irritabilidad o pérdida de sensibilidad a la sustancia. Por eso es fundamental respetar los días de descanso, evitar subir dosis sin razón clara y no convertirlo en una rutina automática.


